En épocas de mucho sol y calor, se debe evitar la exposición a los rayos UV. Las claves para evitarlo, examinar la piel y hasta detectarlo a tiempo.
Empezó el verano. La estación preferida de aquellos que adoran estar al aire libre, comer y tomar cosas frescas, viajar a una playa o una montaña soleada, disfrutar de una pileta o una noche cálida y, sobre todo, de aquellos que rinden culto al acto de «tomar sol». Sin embargo, esta costumbre, que supo estar arraigada y ser aceptada universalmente, mutó. Y este cambio se dio principalmente porque, en el último tiempo, se empezó a generar conciencia sobre la no tan inofensiva obsesión por estar bronceado.
En el momento del año donde la exposición solar crece, es de suma importancia prestar atención al cuidado de la piel, ya que el sol, y los rayos que esta estrella emite, pueden causar daños irreversibles -y potencialmente mortales- en el órgano más grande del cuerpo, la piel.
Este es el caso de melanoma, el tipo más grave de cáncer de piel, una afección que se origina justamente por la exposición a rayos UV provenientes del sol o del uso de cama solar y está muy relacionada con el tipo de piel de cada persona y sus antecedentes familiares. Este tipo de cáncer se caracteriza por el crecimiento descontrolado de las células que producen los pigmentos de la piel, pelo y ojos, los melanocitos.
En el mundo, la incidencia del melanoma va en aumento y, puntualmente en Argentina, se registran más de 1.400 nuevos casos de pacientes al año, lo que representa el 1,3 por ciento de los casos de cánceres en total. Esto se traduce en 4 mil argentinos que padecen esta patología, de los cuales fallecen 574 personas anualmente, con tasas de mortalidad levemente mayores en hombres (351) que en mujeres (223).
La prevención es la clave
Si bien existen tratamientos y formas de curar el cáncer de piel, lo más efectivo para prevenir un melanoma es evitar la exposición al sol. «A mayor exposición, mayor riesgo», precisó el doctor Alejandro Turek (MN 65.164), especialista en oncología. Esto es porque los rayos UV y UVA, emitidos por el sol, dañan el ADN y generan fotoenvejecimiento, arrugando o manchando la piel con el tiempo. En este sentido, Turek resumió: «La exposición repetida a la radiación ultravioleta del sol es considerada por la ciencia el mayor factor de riesgo para desarrollar cáncer de piel, el tumor más frecuente de todos, que afecta al órgano más grande de todos».
Por este motivo, y para potenciar las medidas de prevención, es clave entender qué comportamientos deben adoptarse para una exposición solar y qué tipo de productos, como el protector solar, pueden usarse para cada tipo de piel y edad.
Según la doctora Mabel Salerno, médica especialista en dermatología de la Clínica San Camilo, en el 95 por ciento de los casos el melanoma se presenta en cualquier lugar de la piel y sólo en un 5 por ciento de los casos puede aparecer en la mucosa del ojo, la cavidad oral, zonas genitales, tubo digestivo o meninges. La zona de las piernas es una de las más comunes en el caso de las mujeres, el torso (pecho y espalda) en el caso de los hombres y el cuello o la cara en ambos sexos.
Si bien la población más vulnerable son los pacientes con piel clara y ojos claros, cabello rubio y pelirrojo, cualquier persona puede desarrollar un melanoma, que pueden aparecer en la piel repentinamente sin una advertencia pero también desarrollar, por ejemplo, a partir de un lunar existente. Por este motivo es crucial estar atento a los cambios de color, tamaño y forma en lunares.
En general se recomienda por lo menos una vez al mes un simple y útil autoexamen de la piel conocido como el «ABCDE del melanoma», con especial atención en lunares y manchas de la piel. Comúnmente, el melanoma es de color marrón o negro y presenta síntoma de picazón o sangrado, pero las verdaderas claves para detectar una amenaza potencial en la piel son:
– Asimetría de los mismos
– Bordes irregulares
– Colores múltiples o que varíen con el paso del tiempo
– Diámetro irregular (no deben superarse los 5 milímetros de diámetro)
– Evolución (mutación en tamaño o apariencia)
Según explicó la doctora Gabriela Cinat, médica oncóloga del Instituto Ángel Roffo, en el caso de identificarse alguna de estas anomalías en la piel es fundamental la consulta a un especialista. Si es identificado a tiempo, el paciente puede curarse mediante una simple intervención quirúrgica. Pero cuando, en cambio, su diagnóstico se da tarde, el cáncer puede haberse extendido a otras partes del cuerpo como hígado, pulmones, huesos y cerebro y complejizar la salud del paciente. Por eso es que es tan importante el autoexamen y la concientización sobre que todo bronceado se constituye como una herida en la piel, un órgano que tiene memoria y que puede dar claros indicios de una enfermedad potencialmente mortal.