La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que, en un par de décadas, de no mediar acciones efectivas, el número de personas con diabetes se duplicará. Para concientizar acerca del problema de esta enfermedad, diversas ciudades en el mundo iluminan y destacan en color azul algunos de sus monumentos emblemáticos. La comunidad científica, por su parte, trabaja día tras día para elucidar y comprender los procesos biológicos responsables que desencadenan la diabetes.
Pero, ¿qué es la diabetes? La diabetes es una enfermedad crónica que se presenta en diversas formas clínicas, siendo el rasgo común entre todas ellas, el incremento de los niveles de glucosa en sangre (hiperglucemia) acompañado frecuentemente de diversas complicaciones de la salud a largo plazo.
Los tipos de diabetes que más frecuentemente se presentan incluyen la diabetes mellitus tipo 1 y 2, y la diabetes mellitus gestacional.
La diabetes tipo 1 es una enfermedad autoinmune en la que se destruyen las células productoras de insulina en el páncreas. Se estima que comprende entre el 3-5% de todos los diabéticos, aproximadamente. Las personas con diabetes tipo 1 dependen de la aplicación de insulina para sobrevivir. Hasta hoy, no existe una terapia para prevenir o curar la diabetes tipo 1.
La diabetes tipo 2 se manifiesta por la combinación de resistencia a la insulina y deficiencia en su producción. Aunque su aparición es más frecuente en la población de edad media y personas de edad avanzada, actualmente se observa con preocupación un incremento en el diagnostico en niños y jóvenes con sobrepeso. A las personas que padecen este tipo de diabetes se las trata con drogas de administración oral, pero, algunas, también requieren de inyecciones de insulina, en algún momento de sus vidas.
Se denomina diabetes gestacional cuando la falla en el control de la glucosa en sangre aparece, por primera vez, durante el embarazo. Esta clase de diabetes se da, aproximadamente, en 1 de cada 25 embarazos. Su falta de diagnóstico o tratamiento inadecuado puede culminar en severas consecuencias para las madres y los bebés.
Para poner freno a esta enfermedad existe un sólo camino, y es el de la Investigación más Desarrollo (I+D). Los científicos debemos esforzarnos para realizar la mejor investigación científica posible, y es la sociedad quien debe reclamar y apoyar por más investigación.
Es sumamente necesario que toda la sociedad asuma un rol proactivo, no sólo observando los avances científico-tecnológicos sino, además, exigiendo al Estado y al sector privado mayor inversión en investigación.
Los avances hasta hoy alcanzados, relacionados con un diagnóstico preciso, seguimiento y mejor tratamiento de la diabetes permiten prevenir y/o atenuar sus complicaciones relacionadas frecuentes. Sin embargo, para alcanzar la cura definitiva de esta enfermedad es clave el rol de la sociedad en su conjunto. Ésta debe interactuar y transmitir sus inquietudes a la comunidad científica comprometida con la diabetes.
Afortunadamente, existen en el mundo numerosas ONGs con la finalidad de promover, financiar y estimular la investigación científica en el campo de la diabetes. Gracias al aporte económico de estas ONGs se han logrado avances importantes en el conocimiento de los mecanismos biológicos que llevan a la aparición de la diabetes, como así también, en el desarrollo de nuevos y cada vez más eficaces tratamientos para los pacientes diabéticos, mejorando su calidad de vida.
En nuestro país, la Fundación Marjorie para la Investigación en Diabetes comparte, con otras organizaciones mundialmente reconocidas, como la Juvenile Diabetes Research Foundation (JDRF) de los Estados Unidos u otras del continente europeo, los principales objetivos en el apoyo a investigaciones científicas en el campo de la diabetes
El desafío de frenar el problema de la diabetes es enorme. Está en la sociedad en su conjunto la decisión de mejorar la calidad de vida de muchas personas que la padecen.
(*) Jefe del Laboratorio en Inmuno-Endocrinología, Diabetes y Metabolismo del IIMT (Universidad Austral/CONICET).