Fue por 129 a 125 y una abstención. Julio De Vido, suspendido, fue el único que figuró como ausente. Crónica de una jornada extenuante, histórica y dramática en el Congreso.
Luego de casi 24 horas de una histórica sesión, la Cámara de Diputados le dio media sanción al proyecto de legalización y despenalización del aborto por una ajustada diferencia y ahora la iniciativa llegará al Senado, en donde puede recibir la sanción definitiva, ser modificado o rechazado de plano.
Como se esperaba, la jornada estuvo marcada por el pulso de los indecisos, que definieron la votación cuando la discusión llegaba a su final. Fue así que, con poco margen, la norma se aprobó con 129 votos a favor, 125 en contra y una abstención.
El final fue caótico. El tablero inicialmente marcó que el resultado había sido 131 a 123 y una abstención. Pero inmediatamente un grupo de diputados empezó a exclamar que estaba mal marcado. En paralelo, los festejos de quienes impulsaron la iniciativa no cesaba. Pero cuando Emilio Monzó pidió la palabra, comenzó a mermar la euforia.
«Hubo cinco diputados que no le tomaron el voto», exclamó. Al principio, invadió la preocupación. Pero luego, rápidamente, se constató que eran solamente dos. La ecuación no cambiaba. Resultado final: 129-125-1. La suma total da 255 y no 257 -el total del cuerpo- porque Monzó no vota y porque Julio de Vido está preso.
Pero no terminó ahí. Elisa Carrió pidió la palabra, lo que fue rechazado por la oposición, que le reclamaba que no había asistido a todo el debate: «Hace veinte horas que estamos acá», le gritaban. La diputada tuvo una muy breve intervención: «Quiero hablar porque represento a una parte de la sociedad, que me ha votado. Respeto las otras posiciones. He estudiado este tema durante 40 años y no he hablado para preservar la unidad de Cambiemos«.
Entre gritos, más abucheos y reclamos, la dirigente se retiró del recinto con saludos irónicos hacia el kirchnerismo.
El peso de los indecisos fue tal que los números fueron variando durante todo el día. En todo momento siempre se impuso el rechazo al proyecto, pero un anuncio de Jorge Ziliotto, pampeano del bloque Justicialista, revirtió el «poroteo» para el lado de la interrupción voluntaria del embarazo. El diputado anticipó que Melina Delú y Ariel Rauschenberger, también de La Pampa, votarían a favor. Esto cambió todo el panorama, porque tanto Delú como Rauschenberger eran considerados como votos en contra.
Pero la brecha se fue achicando poco a poco a lo largo de la jornada. Cerca de la medianoche, se supo que los indefinidos Jorge Franco (Frente de la Concordia Misionero) y Héctor Stefani (Cambiemos) votarían a favor. Y también trascendió que el radical José Luis Riccardo, que había anticipado su abstención, acompañaría.
El momento de mayor incertidumbre fue cuando Gustavo Garretón (Cambiemos) anunció que votaría en contra. Eso pareció el golpe de gracia para los pro aborto. Muchos lo contaban a favor y, en ese momento, el voto en disidencia inclinó la balanza. Luego sucedería lo de los pampeanos.
Todo giró en torno a este conteo. Dentro del recinto el debate fue muy relajado y los diputados se encargaron de trabajar afuera, convenciendo y buscando adhesiones. No hubo cruces, agresiones ni momentos tensos. Algo fuera de lo común, sobre todo para un tema que divide tanto a la sociedad.
Cómo se vivió afuera del Congreso
Desde muy temprano el miércoles la plaza estuvo dividida en dos. De Rivadavia hacia Corrientes, quienes apoyaban la legalización, y del otro lado, hacia Belgrano, los provida. Hubo cánticos, banderas, carteles y hasta shows en vivo de ambos bandos. También quienes hicieron vigilia durante toda la noche hasta llegar al momento de la votación.
En la madrugada se pudo ver más gente con pañuelos verdes, aunque luego, cerca de las 9 de la mañana, quienes rechazaban la ley comenzaron a llenar su lugar.
Había pantallas gigantes para seguir la votación. El primer grito de euforia de quienes apoyan la interrupción voluntaria del embarazo fue cuando los pampeanos anunciaron su cambio de postura. El camino comenzaba a delinearse y se veía la victoria. Del otro lado, ya se sentía la peor noticia y comenzaron a dejar las inmediaciones del Congreso.
Pero, lógicamente, lo vivido cuando salió la media sanción, fue casi inexplicable: llantos, gritos, abrazos. La calle se tiñó de verde en un grito de victoria que dejaba sentir la larga lucha de las miles de mujeres para lograr este primer paso de cara a la legalización del aborto.
«Aborto legal, en el hospital», fue el cántico que acaparó todas las voces. Fueron 24 horas de vigilia, combatiendo el frío con carpas, fuego y música.
Como pocas veces cuando se discute un tema que genera tantas divisiones, el debate dentro del recinto fue muy respetuoso y relajado. Casi no hubo cruces entre los diputados y mucho menos algún exabrupto, insulto o grito. Esto fue porque principalmente lo importante sucedía afuera: convencer a los indecisos y sumar adhesiones. Una muestra de ello fue que durante las 20 horas de sesión solo hubo quórum al principio y al final.
Sí hubo discursos destacados de quienes ya se conocía su postura, pero que igualmente hicieron ruido. Por ejemplo el de Nicolás Massot, jefe de la bancada del PRO, quien dijo que la ley es una «legalización irrestricta» y negó que se tratara de un tema de salud pública: «No es cierto».
«Nunca nos ocultamos en ninguna obediencia debida, nunca antepusimos el verticalismo político frente a las convicciones. Y nunca eso nos llevó a ocultar el verdadero problema que hoy estamos discutiendo. Yo debo decir que durante muchos años fui kirchnerista en esto«, completó el diputado, generando el murmullo de varios de sus pares.
A favor del texto, uno de los más destacados y aplaudidos fue Daniel Filmus,quien apuntó contra quienes en su momento votaron en contra de la ley de Educación Sexual: «Lo que estamos discutiendo acá, tarde o temprano va a ser legal en la Argentina, tenemos que escuchar la voz de la gente y hacerlo cuanto antes, porque si no va a seguir habiendo más muertes».
Máximo Kirchner realizó uno muy encendido, en el que cuestionó a quienes «generaron fantasmas con estas discusiones» y citó el caso del matrimonio homosexual: «Decían que la sociedad iba a dejar de existir. Siempre vienen con estos cucos. Pero esto se trata de reconocer un problema. Quizá esta no sea la solución ideal, es la posible para que el Congreso no mire más a las mujeres con la nuca«.
«Dicen que las mujeres van a ir en masa a abortar como si fuera una cuestión bonita y divertida. Son análisis casi deshumanizantes», completó.
También hubo momentos fuera de lo convencional. Quizás el más llamativo fue el aplauso que recibió Fernado Iglesias de sus pares kirchneristas, con quienes suele discutir por cuestiones del pasado y a quienes el diputado de Cambiemos les atribuye casi todos los problemas del país. Cuando sucedió, Monzó, en broma, reconoció: «Un hecho único, no va a volver a ocurrir». Los aplausos se debieron, claro, al discurso de Iglesias a favor del aborto.
Otro caso fue el de Marcos Cleri, quien abrió su exposición con lenguaje inclusivo: «Buenas noches, buenos días a todes», comenzó. Y luego lo utilizó a lo largo de su alocución y sobre todo en el cierre, cuando puso mayor énfasis: «El reconocimiento del otre es algo fundamental para poder entender que poniéndonos en el lugar del otre, vamos a saber que esta ley es muy necesaria».